Edificio sostenible

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Empresas y entidades que convierten residuos en materias primas dan trabajo y formación a personas con discapacidad y a jóvenes que abandonan los estudios, una forma de cuidar del planeta y de los colectivos vulnerables que viven en él.

En un extremo del polígono industrial del Tambre, en Santiago de Compostela, se ubica un modernísimo desguace de coches. La nave no llama mucho la atención desde fuera. Dentro tampoco se observa maquinaria de muy alta tecnología. Su vanguardismo radica en el modelo de negocio. Trameve, el nombre de este centro especial de empleo, alista en su plantilla a personas con discapacidad y gestiona residuos como el aceite del motor o los líquidos de freno de forma responsable.

La labor que desde hace 30 años realiza esta empresa puntera en un negocio tradicional hoy ya tiene nombre, o más bien apellido: economía circular inclusiva. Se trata de dotar de un enfoque social al modelo productivo que aprovecha los residuos, alarga la vida a los productos y reduce el consumo de materias primas. Trameve emplea a personas con discapacidad física del mismo modo que otras compañías regidas por la sostenibilidad lo hacen con jóvenes en riesgo de exclusión social, personas con discapacidad intelectual o sensorial. Cuidan del planeta y de las personas vulnerables que habitan en él.

Empleo y discapacidad

1.933.400

personas con discapacidad

en edad de trabajar (de 16 a 64 años), lo que supone el 6,3% de la población total en edad laboral.

1/ 3

personas con discapacidad

son trabajadores activos (o están ocupados o son desempleados en busca de trabajo).

89,6%

de los ocupados

 son asalariados. De estos, 3 de cada 4 tienen contrato indefinido.

22,2%

de tasa de paro

 en las personas con discapacidad (6,8 puntos superior a la de la población sin discapacidad).

Se abre una oportunidad para que el respeto por el medio ambiente vaya ligado a la inclusión social. Daniel-Aníbal García, secretario de Finanzas de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe), alerta de la importancia de no dejar a nadie fuera de este nuevo modelo productivo, tan revolucionario como la Revolución Industrial. “Como la economía circular es sostenible puede parecer que también va a regirse por criterios sociales. Pero no, no siempre es así”, afirma.

“Hay que incorporar a estos colectivos desde el principio. Si no estamos presentes en esta nueva economía, la brecha existente entre las personas con discapacidad y el resto se va a ampliar”, asegura García, que apunta a la formación continua de este colectivo y los cursos de capacitación impartidos por las empresas como la mejor herramienta para que ningún trabajador se quede atrás. “A las personas con discapacidad se las encasilla en actividades de poco valor añadido, que no dejan de ser productivas y muy dignas, pero hay que pensar que pueden ocupar cualquier puesto en una empresa, desde el dueño para abajo”, añade. Estos son algunos ejemplos de entidades o centros especiales de empleo cuyo modelo de negocio se basa en la economía circular inclusiva.

Trabajador en un taller mecánico

Trameve - Automoción. Personas con discapacidad física

Un recambio para que la pieza no tenga que venir de Alemania.

El acompañamiento y la formación no cesa en Trameve, un centro especial de empleo (CEE). Este tipo de empresas cuentan con al menos un 70% de personas con discapacidad en su plantilla. Proporcionan un empleo productivo, remunerado y adaptado a las características de estos trabajadores. Su objetivo último consiste en facilitar la integración laboral de estos colectivos vulnerables en lo que se conoce como el mercado de trabajo ordinario, en oposición al protegido, el de los CEE.

Luis Penido, su gerente, señala las capacitaciones que se han impartido en el desguace. “En su momento fue la internacionalización”, explica para referirse a la mejora informática que les condujo a vender en Reino Unido, Francia, Portugal o Marruecos. “Nos subimos al carro de la digitalización y preparamos a los trabajadores para ello”, señala el gerente de este desguace, que emplea a 15 personas con discapacidad y que cuenta con 100.000 recambios clasificados y anunciados en su web. “De lo contrario te quedas con perfiles muy básicos”, asegura Penido. “Ahora estamos dando formación en el manejo de las baterías de los coches eléctricos”, detalla. Hoy son los gases del aire acondicionado los que hay que tratar de forma adecuada para que no contaminen. Mañana lo serán las pilas de litio.

Víctor Sangiao trabaja de administrativo en Trameve, donde gestiona alguna de las 11.500 ventas que se realizan al año. Completó un curso de mecánica de 10 meses en Majadahonda (Madrid), que le valió para incorporarse al desguace hace 15 años. “Siempre me ha gustado la automoción. Mi idea inicial no era trabajar en administración, pero con el tiempo me he adaptado muy bien. Lo importante era incorporarse al mercado laboral”, asegura Sangiao, que sufrió la amputación de la pierna a la altura del fémur hace 21 años. Este pontevedrés gestiona las bajas de los vehículos que van a desguazarse para aprovechar algunas de las partes todavía en buen estado y convertirlos en recambios. También lleva la contabilidad de los residuos contaminantes como el aceite del motor. “En las entrevistas de trabajo nos fijamos en lo que estas personas pueden hacer, no en lo que no. En sus capacidades, no en su discapacidad”, afirma Penido, que lleva en Trameve desde 1997. Ocho empleados con discapacidad han dado el salto a empresas convencionales, el objetivo último de este centro especial de empleo.

Residuos tecnológicos

Fundación Repsol e Ilunion - RAEE. Personas con discapacidad y colectivos vulnerables

Un buen destino para los componentes en apariencia inservibles.

Los cajones de casa no son el lugar adecuado para acumular teléfonos viejos. Tampoco el trastero es apropiado para almacenar. Fundación Repsol e Ilunion han creado la empresa Recycling4all para gestionar a gran escala los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). De su tratamiento se extraen materiales como el hierro, el cobre, el aluminio o las tierras raras para que puedan volver a utilizarse en otros dispositivos o para otras funciones. Están trabajando además para extender su actividad al reciclaje de placas y paneles solares fotovoltaicos.

El ciudadano puede llevar cualquier aparato de pequeñas dimensiones a tiendas de venta de electrodomésticos o también depositar cualquier tipo de RAEE, grande o pequeño, en un punto limpio. Recycling4all no solo impulsa la economía circular sino que promueve la inclusión laboral, al generar oportunidades de empleo para 111 personas con discapacidad, el 66% de su plantilla. Cuentan con 12 centros, de los cuales dos de ellos son plantas de tratamiento de residuos. Los otros sirven para almacenamiento temporal de los RAEE.

Las plantas de tratamiento de residuos se ubican en Campo Real (Madrid) y en La Bañeza (León). Esta última da trabajo a 60 personas con discapacidad (el 87% de la plantilla) en un entorno rural, donde este colectivo tiene más dificultades de encontrar empleo.

Pedro Antonio Martín, director general de Ilunion Reciclados, destaca que en Recycling4all cuentan con una unidad de apoyo para acompañar a los trabajadores en todo momento y evaluar si se necesitan adaptaciones en los puestos de trabajo con las que asegurar su correcto desarrollo profesional. “También nos ocupamos de las relaciones entre los compañeros, incluso extrapolamos el acompañamiento al entorno familiar en el caso de que sea necesario”, cuenta. “No podemos desperdiciar el talento de estas personas. Tenemos que realizar todos un esfuerzo para visibilizarlo”, insiste.

Martín señala que la accesibilidad y una base formativa resultan fundamental para que las personas con discapacidad no se queden atrás con la llegada de la imparable digitalización. “Estoy convencido de que siempre se necesitará el valor de las personas”, asegura. Con criterios empresariales basados en la sostenibilidad pero sin desatender la rentabilidad y su visión humanística, esta iniciativa de Fundación Repsol e Ilunion supone otro nuevo ejemplo de la moderna economía circular inclusiva.e

Sector textil

Fundación Rubricatus - Textil y servicios. Personas con discapacidad y colectivos vulnerables

Otra forma de organizar una convención de empresa o una feria.

Si el negocio de venta de recambios de segunda mano y el de recuperar componentes electrónicos suponen ejemplos clásicos de reutilización, la labor que emprende la Fundación Rubricatus en el Prat de Llobregat (Barcelona) resulta más novedosa. Convierten telas sobrantes cedidas por una multinacional en tote bags (bolsas resistentes con asas largas y sin cierre superior) y los auriculares de usar y tirar en lanyards (el cordón con el que se cuelgan las identificaciones de los asistentes a ferias o eventos de empresa). Raúl Punzano, técnico industrial, es uno de sus responsables. Se encarga de vigilar los procesos y de poner en marcha nuevas iniciativas de economía circular inclusiva.

La Fundación Rubricatus da trabajo a 145 empleados, de los que 95 tienen discapacidad intelectual. También gestionan un cátering y aportan empleados para el ropero o la entrega de acreditaciones en los eventos. “Los residuos generan oportunidades. Son un nutriente, una materia prima”, cuenta Punzano. “Somos una entidad que está muy al día”, explica. Una frase que repite varias veces para recordar que las actividades de recuperación de residuos que llevan a cabo son el presente porque si se deja para el futuro será demasiado tarde.

Ofrecen formación en corte, confección y patronaje –de nuevo la formación– para convertir retales en productos terminados, para transformar las convenciones de empresa en eventos sostenibles. “Alquilamos los lanyards que hemos fabricado con los auriculares usados”, cuenta Punzado, que ha realizado un posgrado en Economía Circular en la Universidad Politècnica de Catalunya (UPC). A la recuperación de los cascos le añaden la reutilización por el sistema de alquiler y no de venta y la reducción por el ahorro de materiales. Cuando dejen de servir se reciclarán. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico incluyó la iniciativa de los lanyards reutilizables dentro de una lista de 42 buenas prácticas de economía circular.

Punzano está centrado ahora en los residuos alimentarios. La Fundación prepara y entrega 150 menús al día a personas mayores con dificultades de movimiento en El Prat de Llobregat. El siguiente paso consiste en alcanzar un acuerdo con Mercabarna para que les donen piezas de fruta y otros alimentos que por su apariencia no se venden. Un caso diferente de economía circular gestionado por los mismos trabajadores. “También queremos crear un envase reutilizable que se llama boc and roll”, cuenta este entusiasta que va enlazando iniciativas. Se refiere a una bolsa de tela alargada, una forma de que los niños lleven el bocadillo al colegio sin necesidad de utilizar un envoltorio desechable cada día.

Residuos tecnológicos

ReutilizaK - Informática. Jóvenes en riesgo de exclusión social

Antes de tirar, reacondicionar y volver a poner en circulación.

La asociación La Kalle creó en dos barrios de Madrid la iniciativa ReutilizaK, que forma a jóvenes que abandonaron los estudios o migrantes recién llegados a España en el reacondicionamiento de ordenadores. La titulación de tres meses que imparten se llama técnico de sistemas microinformáticos. Grandes empresas donan los equipos viejos a esta asociación, que les aumenta la memoria o cambia la batería y los vende por un precio bajo a familias con pocos recursos o a ONG.

Juan Flores, coordinador de ReutilizaK, se interpone en el camino de esos ordenadores que estaban destinados al punto limpio, lo que se traduce en formación y empleo para “jóvenes descolgados del sistema educativo o migrantes con dificultades de idioma que acaban de aterrizar”. La asociación se formó hace 35 años y opera desde Vallecas y Villaverde. Cuenta con dos jóvenes contratados en el área de acondicionamiento de equipos, ayudados por otros estudiantes en prácticas que han completado la formación.

“Son puestos de trabajo acompañados”, explica Flores. Potencian las habilidades sociales, reactivan su motivación y les enseñan destrezas en el ámbito laboral más allá de las capacidades técnicas. Los preparan para trabajar en La Kalle o en cualquier empresa convencional. Les devuelven la autoestima, el comienzo de todo.

 

Publicado en El País