Detalle del volante de un coche

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Analizamos una de las patas de la movilidad del futuro en las grandes ciudades: qué es la movilidad compartida, cómo funciona y en qué punto estamos

En una autovía cada carril tiene capacidad para que circulen 2.000 vehículos por hora. 2.000 coches en fila ocupan 16 kilómetros de carretera. Si en hora punta se concentran miles de vehículos, los cálculos nos llevan, inevitablemente, a un caos diario, recurrente y con no pocas consecuencias. Compartir vehículo a través de servicios como el ‘carsharing’ es otra de las patas de esa fórmula de la movilidad del futuro, que ha de lograr la reducción de las emisiones sin sacrificar la función esencial de todo medio de transporte.

En nuestro país hay aproximadamente 500 turismos por cada mil habitantes, según datos de la DGT: de media, en cada coche solo vamos entre una y dos personas. Compartiendo vehículo, mejoramos la calidad del aire en las ciudades, minimizamos la pérdida de tiempo, reducimos el estrés y, sobre todo, ganamos en calidad de vida. “Según distintos estudios, cada coche de la flota de ‘carsharing’ podría reducir entre 10-15 vehículos del parque automovilístico de una ciudad”, explica Carlos Bermúdez, gerente de desarrollo de negocio de movilidad en Repsol, lo que a su juicio “puede ayudar a aliviar el tráfico en grandes ciudades como Madrid donde, según el informe Traffic Index de Tom Tom 2020, se pierden hasta 69 horas al año en atascos”.

Si bien tras las restricciones de movilidad de la pandemia, volvimos a coger nuestro vehículo por miedo a contagiarnos; en junio de este año los desplazamientos en coche, moto, bici o patinete eléctrico compartidos supusieron, mundialmente, el 30% más que en el mismo periodo del año pasado. Todo esto, según el informe European shared mobility index elaborado por la consultora de movilidad Fluctuo con los datos de los operadores públicos y privados en 16 ciudades europeas.

Móvil contratando carsharing en ciudad

En este contexto, ¿cómo conseguir que este tipo de movilidad sea una realidad plausible en las ciudades? Estas son algunas de las preguntas sobre movilidad compartida a las que, desde El Confidencial, vamos a dar respuesta.

1. Qué es la movilidad compartida y cómo funciona

“Uso la moto compartida, sobre todo, para llegar a donde no llega el transporte público, para cuando tengo especial prisa o si no quiero dejar mi propia moto aparcada en la calle durante mucho tiempo y exponerme a un robo”.

En las grandes ciudades, la movilidad compartida se refiere al alquiler de vehículos eléctricos o híbridos a través de plataformas ‘online’. Se pueden reservar, bicicletas, patinetes, motos y coches, que a lo largo de un mismo día son usados por varias personas, pero en viajes distintos. Una usuaria habitual de la moto compartida es Celeste, de 29 años, que la utiliza para moverse por Barcelona “porque esta ciudad está hecha para las motos, que son ágiles y te evitan problemas de congestiones y aparcamiento”.

“No tengo coche propio. El servicio compartido lo uso, sobre todo, para desplazarme fuera de la ciudad los fines de semana o si tengo que moverme lejos del centro por motivos de trabajo. Es cómodo, rápido y lo decides desde tu móvil”.

Fernando es otro usuario de la movilidad compartida que se mueve tanto por Madrid como por Barcelona, en este caso del coche.

La contratación de estos servicios de movilidad compartida se hace a través de una aplicación móvil, donde la persona debe registrar sus datos y la licencia para conducir. Una vez los documentos son validados por la compañía, los servicios ya se pueden contratar. Solo basta entrar en la ‘app’, localizar un coche y reservarlo. Aunque normalmente estos servicios cubren solo la movilidad dentro de una gran ciudad, algunos como Wible, el ‘carsharing’ de Repsol y Kia, ya permiten desplazarse entre varias ciudades de la comunidad de Madrid e incluso viajar fuera los fines de semana. El pago corresponde al tiempo de uso o kilómetros recorridos.

2. Por qué tienen sentido y dónde está más extendida

La vuelta a la normalidad de estos servicios y su practicidad (como poder entrar a las zonas de bajas emisiones del centro, dejarlo aparcado en el lugar de destino o bien en zona azul sin pagar…), explican, según el informe European shared mobility index, gran parte de la subida. Aunque esto varía mucho en función de cada país.

“Un día pregunté a mis alumnos del máster, que tienen unos 23 años, cuántos de ellos tenían coche propio. Solo levantaron la mano dos”, explica Laia Pagès, ‘executive and research manager’ en Carnet Bcn, 'hub de movilidad urbana del futuro'. “La particularidad de estos es que son holandeses. Si hiciera esta pregunta en España, probablemente más de la mitad aún levantaría la mano”.

Y es que en cada país, en cada ciudad, hay un patrón distinto de movilidad compartida debido, sobre todo, a las diferentes regulaciones de cada Ayuntamiento. Por ejemplo, mientras que en Londres la protagonista es la bici y en Estocolmo, el patinete, en ciudades como Madrid o Barcelona, triunfa la moto compartida.

3. Quiénes son los usuarios de la movilidad compartida

Los jóvenes urbanos son los principales usuarios de la movilidad compartida. Su mayor compromiso con el medio ambiente, y también sus limitaciones económicas, explican el auge de la economía colaborativa, aquella en que se aprovechan las nuevas tecnologías para prestar, comprar, vender, compartir o alquilar bienes y servicios en función de necesidades específicas.

“En muchos casos, el coche ha pasado de verse como un bien de propiedad a convertirse en un servicio por el que los jóvenes pagan solo cuando lo necesitan”, explica Carlos Bermúdez. “Si antes soñábamos con llegar a los 18 para sacarnos el carné y tener coche, ahora llegan a los 18, se sacan el carné y con una ‘app’ móvil, gracias a los nuevos desarrollos tecnológicos y la conectividad, pueden contratar un coche solo para el tiempo que necesiten”. En la última década el número de jóvenes de entre 18 y 25 años que se han sacado el permiso de conducir ha bajado en más de un 40%, según la DGT.

Hombre recargando Wible

4. La tecnología, principal aliada

Según los expertos consultados, las nuevas tecnologías serán fundamentales para consolidar la movilidad compartida en las grandes ciudades. Una tecnología que está al alcance de la mano desde una ‘app’ móvil y que se está volviendo multimodal: un mismo operador puede ofrecer varios tipos de vehículos compartidos: coche, moto, bici…

Gracias a la inteligencia artificial (IA) o el internet de las cosas, se puede monitorear el estado de las baterías del vehículo o localizarlo vía GPS y dejarlo estacionado para volver a ser compartido. Gracias también a la IA unida a cámaras de vídeo, en breve, cuando alquilemos un coche compartido podremos encontrárnoslo impoluto, sin rastro del cliente que nos precedió. El proyecto europeo Antitrash se basa en esta tecnología para, de forma automática, detectar cuándo y dónde hay más necesidad de limpieza.

5. Cuáles son los retos de la movilidad compartida

Para que la movilidad compartida funcione y se normalice habría que resolver, sin embargo, varios escollos. Uno de ellos es "dónde aparcamos el coche compartido que hemos alquilado, que no puede ocupar las plazas del actual parque de vehículos; debería tener aparcamientos propios”, apunta Imma Ribas, profesora e investigadora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la UPC. “También tendrían que aumentar los puntos de recarga de los vehículos eléctricos, lo cual haría crecer la confianza de los usuarios en el vehículo eléctrico”. Dándole al conductor estas motivaciones de puntos de recarga eléctrica y aparcamiento, este podría empezar a valorar entre el tener un coche propio, que se pasa el 95% de su vida útil aparcado, o recurrir a uno compartido, según Ribas.

Por otra parte, el transporte público debería mejorar su eficiencia, en tiempo y alcance, “y para las zonas donde no logre serlo, la movilidad compartida puede ser la alternativa”, explica Ribas. Solucionado esto, “la movilidad compartida puede suponer una buena opción para moverse por estas grandes ciudades y evitar así congestiones en entradas y salidas en horas punta, al mismo tiempo que se optimiza la movilidad intraurbana”, opina Bermúdez, el experto en movilidad de Repsol.

Lo que está claro es que la movilidad compartida ha venido para quedarse y que va a formar parte de ese ‘mix’ de soluciones que ayudará a reducir las emisiones del sector, en el que caben todas las tecnologías. “En la movilidad del futuro va a haber sitio para el ‘carsharing’, pero también para energías como la electricidad (sobre todo en turismos), los gases (GNL en camiones y vehículos pesados), el hidrógeno o los combustibles de baja huella de carbono. La clave es que cada persona pueda elegir la opción que mejor se adapte a sus necesidades a la hora de moverse”, concluye Bermúdez.

Publicado en El Confidencial