Un barco atracado en el puerto

Tiempo de lectura: 8 min

El sector marítimo se ha comprometido a descarbonizar su actividad, consciente de ser una pieza fundamental del transporte internacional; hasta un 90% de las mercancías se mueven en barco. Para ello apuestan por actuar tanto en las naves, como en las rutas y en los puertos para minimizar su huella de CO₂

El 90% de las mercancías que se consumen en el mundo se transportan en barco, así que es probable que nuestro escritorio o el ordenador que usamos hayan llegado a nuestra casa procedentes de algún puerto.

El sector del transporte marítimo sabe que tiene un peso enorme en el comercio internacional (solo en Europa representa el 75 % del comercio exterior y el 31 % del interior). Consciente de este peso y de su dependencia de los combustibles convencionales (supone hasta un 50% de la demanda mundial de fueloil, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), el sector ha decidido iniciar el camino hacia la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La agencia de la ONU que regula el transporte marítimo, la Organización Marítima Internacional (OMI), quiere reducirlas en 2050 hasta un 50% por debajo de los niveles de 2008. Para ello baraja diferentes soluciones que van desde mejorar los sistemas de propulsión, a reducir la velocidad de las travesías, optimizar las rutas o utilizar energía renovable para impulsar las naves. Unas soluciones que, en algunos casos, pueden ayudar también a reducir los costes de operación. De hecho, la ONU estima que solo con una navegación un 20% más lenta se podrían reducir emisiones y los costes de combustible hasta un 34%.

En los últimos años han ido floreciendo todo tipo de iniciativas para hacer sostenible el transporte por mar. En Noruega o Países Bajos, los ferrys de pasajeros se mueven ya con baterías eléctricas y en la bahía de San Francisco se espera para este año el inicio de la actividad de un transbordador movido por hidrógeno. El barco ha recibido el significativo nombre de Sea Change y podrá transportar hasta 75 personas. También hay proyectos que utilizan el viento como forma de propulsión, aunque no como estamos acostumbrados a verlo. Es el caso de la compañía naviera japonesa NYK que está desarrollando un barco que utilizará palas, con un funcionamiento similar a una turbina eólica, y que reducirá las emisiones de carbono en un 69%.

Una de las soluciones más viables para descarbonizar el transporte marítimo es el uso de combustibles alternativos de bajas o nulas emisiones de CO₂. La ventaja que ofrecen estos combustibles es que pueden ser utilizados en las flotas existentes sin cambios en los motores actuales. “Las modificaciones que hay que hacer en el motor de combustión tradicional para que puedan funcionar estos nuevos combustibles son mínimas. Las prestaciones se mantienen y en lo que hay que centrar el estudio es en cómo se van a comportar estos motores en un largo espacio de tiempo”, explica Ignacio del Pino, director de la fábrica de motores de la constructora naval Navantia en Cartagena. Esta compañía acaba de firmar un acuerdo con la multienergética Repsol, precisamente para estudiar la viabilidad técnica y económica de nuevos combustibles para descarbonizar el sector.

La Organización Marítima Internacional se ha propuesto reducir las emisiones del transporte marítimo para 2050 hasta un 50% respecto a 2008.

El análisis se centra en biocombustibles avanzados producidos a partir de materias primas renovables (por ejemplo, residuos agroalimentarios) y en los llamados combustibles sintéticos, producidos a partir de hidrógeno renovable y CO₂ retirado de la atmósfera a través de tecnologías de captura de carbono. El desarrollo de estas nuevas soluciones se realizará el centro de tecnología e innovación de Repsol, el Technology Lab, y, en los bancos de pruebas, equipos de diagnosis y las instalaciones que Navantia posee en Cartagena. “Estos nuevos combustibles nos van a permitir una reducción importante en las emisiones de CO₂. El resto de las tecnologías actuales no permiten una solución estandarizada y comercial a las exigencias del transporte marítimo”, afirma del Pino.

Sobre las posibilidades de desarrollo que ofrecen se habla incluso en un reglamento de la Unión Europa, el Fuel EU Maritime Regulation, que ha decidido integrarlos como parte del extenso paquete Fit for 55 con el que la Comisión quiere reducir las emisiones GEI de la eurozona un 55% para 2030.

Sin embargo, la apuesta por la sostenibilidad va más allá y no sólo atañe a los barcos, sino que también tiene que ver con la actividad diaria en los muelles. Puertos como el de Barcelona están incorporando gas natural licuado (GNL) como combustible principal para sus operaciones o para el suministro a las flotas que apuesten por esta solución. Otra posibilidad tiene que ver con convertir las infraestructuras portuarias en algo más que instalaciones inertes. En este sentido destaca el Puerto de Vigo, en Galicia, que se acaba de alzar con el Premio Mundial a la Sostenibilidad 2022 organizado por la Asociación Internacional de Puertos. El galardón, al que se conoce popularmente como el Óscar del Medio Ambiente, se les ha concedido por el proyecto Living Ports, una apuesta por el uso de un hormigón ecológico, llamado ECOncrete. Este nuevo material aplicado sobre la pared del muelle facilitará la colonización de fauna y flora local. Además de fomentar la biodiversidad, ECOncrete está pensado para favorecer el crecimiento de organismos que filtran el agua y absorben CO₂.

Descarbonizar el transporte marítimo internacional incluye muchas opciones. “Cada segmento requiere soluciones distintas. La descarbonización no tiene una solución tecnológica única, ya que los requisitos de funcionamiento de cada producto son muy diferentes”. indica Clara Rey, directora de Tecnología y Customer Centric y Química de Repsol.

 

Publicado en La Razón