Movilidad eléctrica
Entendiendo el presente para acelerar su despliegue
La movilidad eléctrica avanza, pero no basta con instalar más cargadores o lanzar nuevas ayudas. Para su desarrollo necesitamos un sistema capaz de acompañar ese crecimiento: redes con potencia disponible, procesos ágiles, operadores coordinados y un modelo que tenga en cuenta las necesidades tanto de lamovilidad eléctrica urbana como del medio rural. Y ahí la Administración y las compañías energéticas tenemos un papel decisivo en busca de una movilidad eléctrica accesible y realista. Entender bien la situación de España y sus particulares retos es el primer paso para acelerar su despliegue.
Empecemos por los puntos de recarga. Sigue siendo relevante ampliar el número e instalarlos en ubicaciones de interés para los usuarios, pero también poner en funcionamiento todos los puntos de recarga para impulsar la movilidad eléctrica ya existentes.
Informes como el Barómetro de electromovilidad del tercer trimestre de 2025 de ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) confirman que el 28% de los puntos de recarga instalados en España están fuera de servicio, por encontrarse en mal estado, averiados o porque aún no se han podido conectar a la red de distribución eléctrica.
A esto se suma un proceso de tramitación largo y fragmentado. Un punto de recarga tarda de media un año y medio en entrar en servicio. Esa demora penaliza especialmente a zonas rurales, logísticas o industriales que necesitarían precisamente ser priorizadas.
No obstante, hay también señales positivas, como que España ha multiplicado por cuatro su red pública en tres años, la potencia instalada crece de forma sostenida y las autonomías con mayor despliegue están empezando a generar ecosistemas sólidos que acelerarán el ritmo en los próximos años.
El precio del vehículo eléctrico añade un reto adicional. Aunque su coste se reducirá progresivamente, sigue siendo una opción económica difícil para muchas familias y empresas.
En flotas profesionales, cambiar camiones, furgonetas o autobuses por versiones eléctricas requiere inversiones elevadas, planificación rigurosa y una red de recarga ultrarrápida que hoy todavía no está disponible con la capilaridad necesaria.
Todo ello explica por qué España avanza más lentamente que otros países europeos. Según ANFAC, España tuvo un 5,6 % de cuota de turismos eléctricos en matriculaciones en 2024. Según ACEA (Asociación de Constructores Europeos de Automóviles) en Europa fue del 13,6%. Además, el reto aún es más grande si vemos lo que quedaría por alcanzar para que en el 2030, según el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico contempla un parque de vehículos eléctricos (coches, furgonetas, motos, autobuses, etc.) de 5,5 millones de unidades.
Actuar desde la neutralidad tecnológica puede acelerar la transición energética al priorizar la reducción de emisiones y no una tecnología sobre las otras
Nuestra realidad es distinta: tenemos uno de los parques más envejecidos de Europa, con 14 años de media. Descarbonizar un parque tan grande únicamente mediante sustitución de vehículos llevará tiempo.
En este contexto, necesitamos impulsar la movilidad eléctrica, porque es uno de los principales vectores para descarbonizar la movilidad. Apoyándonos a su vez en otras soluciones que sirvan a ese mismo objetivo. En definitiva, actuar desde la neutralidad tecnológica, para acelerar una transición energética que tiene que priorizar la reducción de emisiones y no una tecnología sobre las otras.
Actuar desde la neutralidad tecnológica puede acelerar la transición energética al priorizar la reducción de emisiones y no una tecnología sobre las otras
Podríamos decir que la neutralidad tecnológica no es un dogma, sino una propuesta coherente con los retos reales del transporte. Como decía, el objetivo debe ser reducir emisiones, no priorizar una única solución tecnológica para lograrlo.
El enfoque multienergía es esencial para avanzar en la descarbonización de la movilidad
Los combustibles renovables, por ejemplo, permiten reducir desde el primer día la huella de carbono de los millones de vehículos que ya circulan, sin obligar a los conductores a adquirir un coche nuevo. Por eso hablamos de un enfoque complementario: electrones para quienes puedan electrificarse, moléculas renovables para quienes no puedan hacerlo aún.
El enfoque multienergía es esencial para avanzar en la descarbonización de la movilidad.
Nuestra estrategia se basa en construir soluciones de movilidad que respondan a las necesidades reales tanto del país como de los usuarios.
Hemos desplegado ya 2.800 puntos de recarga de acceso público, de los cuales más de 1.100 están ubicados en estaciones de servicio, siendo la red de estaciones con más puntos. Y como la clave no es solo instalarlos sino que funcionen para los clientes, todos ellos están monitorizados 24/7 desde un centro de control para resolver de forma remota alrededor del 90% de las incidencias.
Siempre apoyándonos en la digitalización. Para que el vehículo eléctrico sea una opción factible, la experiencia debe ser tan intuitiva como repostar. Para lograrlo contamos con Waylet, una app que integra la recarga en nuestra red y en redes de terceros, con reconocimiento de vehículo y pago automático con Autocharge, y con planificación de rutas inteligentes que muestran disponibilidad, potencia y tiempo estimado de llegada. Buscamos reducir fricciones y generar más confianza.
La movilidad eléctrica también debe integrarse en los hogares, facilitando el despliegue de infraestructura doméstica reduciendo las barreras económicas y técnicas y acompañando al usuario en un proceso que debe ser sencillo, digital y accesible.
Y, en último lugar, seguimos impulsando alianzas que aceleran la electrificación del transporte colectivo. Un ejemplo es nuestro acuerdo con Alsa, trabajando en proyectos de infraestructura y servicios asociados a la recarga de autobuses eléctricos, contribuyendo a electrificar rutas metropolitanas y optimizar la operación de flotas que necesitan soluciones de alta potencia y máxima disponibilidad.
En consecuencia, la movilidad eléctrica necesita seguir creciendo, poniendo el foco en desarrollar un ecosistema robusto, fiable y accesible, capaz de responder a los retos reales del país.
En Repsol avanzamos paso a paso desde un enfoque pragmático, desplegando infraestructura donde se necesita, digitalizando la experiencia, colaborando con empresas y administraciones y ofreciendo soluciones a cliente final y profesional que facilitan la adopción.
Al mismo tiempo que impulsamos y ofrecemos todas las alternativas para contribuir al verdadero objetivo que debemos tener en mente: descarbonizar la movilidad.