Un surtidor es una estación de servicios

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Los combustibles sintéticos, también llamados 'e-fuels', son cero emisiones netas y se pueden usar en los motores actuales de coches, camiones, aviones y barcos.

¿Te imaginas que el combustible que mueve tu vehículo se hubiese generado a partir de agua? ¿Y que para su producción también se usara CO2 capturado de la atmósfera? Puede parecer un escenario improbable o de ciencia ficción, pero los combustibles sintéticos, también llamados ‘e-fuels’, son una alternativa totalmente real.

Pero, ¿cómo puede desarrollarse un combustible partiendo de agua y CO2? El proceso es el siguiente: El primer paso es separar las partículas de oxígeno e hidrógeno del agua aplicando electricidad renovable, normalmente eólica o fotovoltaica, en un proceso que se conoce como electrólisis. El resultado de este tratamiento será la obtención de hidrógeno renovable.

El segundo paso es capturar el CO2. Para ello se recurre a dispositivos que recogen aire directamente de la atmósfera y extraen el CO2, que puede ser procesado y reutilizado. Y eso es precisamente lo que se hace en el tercer y último paso: unir el hidrógeno renovable y el CO2 para generar el ‘e-fuel’ en una planta industrial.

¿De qué manera pueden cambiar estos combustibles la movilidad? Para empezar, son cero emisiones netas, por lo que van a contribuir a descarbonizar el sector. Como explica Javier Aríztegui, porfolio manager del Repsol Technology Lab, “el CO2 que se libera durante su uso se compensa con el capturado previamente para su fabricación. De esa manera generamos un círculo de reutilización y no se añade CO2 adicional a la atmósfera”.

Por otro lado, los e-fuels son compatibles con los motores de combustión, por lo que se pueden utilizar en los coches, aviones, barcos y camiones actuales, a los que ofrecen prestaciones similares a las de los combustibles convencionales, ya que su composición química es muy parecida.

Además, “la densidad de energía de estos combustibles es mayor que la de otras alternativas como el hidrógeno”, asegura Pelayo García de Arquer, 'group leader' en el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) y experto en el uso del CO2 y el hidrógeno renovable como combustibles. Es decir, los ‘e-fuels’ son capaces de concentrar una alta cantidad de energía en un espacio reducido. Esto constituye una ventaja de cara a los trayectos largos que realizan los grandes medios de transporte. Y es que “cuando se requiere cierta autonomía y recorrer muchos kilómetros diariamente, la entrada del hidrógeno en sus diferentes formas tiene un papel mucho más relevante”, añade Aríztegui.

“Mediante la combinación de todas las soluciones que tenemos sobre la mesa podremos lograr que la movilidad no emita nuevos gases de efecto invernadero”. Javier Aríztegui.

Así mismo, García de Arquer recuerda que el uso de estos combustibles “es compatible con las cadenas de producción actuales en la industria petroquímica”, ya que procesos como la distribución o el almacenaje de los carburantes, por ejemplo, son idénticos para los combustibles convencionales y para los sintéticos. Todo ello “conlleva una mayor facilidad para su uso por parte de los usuarios y una menor barrera para entrar en el mercado”.

De hecho, la propia Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) lo señala como un elemento de innovación dentro de la industria, junto a los biocombustibles avanzados. Para esta asociación, el uso de esta nueva generación de combustibles será fundamental en las próximas décadas para descarbonizar la movilidad: “El transporte de personas y mercancías seguirá necesitando durante mucho tiempo combustibles líquidos como fuente principal de energía. Los costes actuales de acceso a nuevas tecnologías o las limitaciones de los desarrollos tecnológicos existentes hacen necesarias alternativas con cada vez menos emisiones, eficientes y accesibles a todos”.

Innovación para desarrollar alternativas sostenibles

La producción de estos nuevos combustibles se postula como un punto de inflexión para la industria española. Un ejemplo de ello es el de Repsol, que tiene previsto construir en Bilbao una de las mayores plantas de producción de combustibles sintéticos del mundo, que estará operativa en 2024. Dichos combustibles podrán utilizarse en motores de combustión como los que se instalan actualmente en los automóviles, aviones, camiones y barcos.

La española no es la única compañía que está realizando desarrollos en torno a los ‘e-fuels’. La aerolínea KLM, por ejemplo, operó a principios de 2021 su primer vuelo con este tipo de combustible producido mediante CO2, agua y energía renovable. Boeing, por su parte, también está apostando por los combustibles sintéticos. No es casual que estos dos ejemplos procedan de la industria de la aviación: las compañías europeas se han comprometido a que sus vuelos sean cero emisiones netas en 2050, incrementando para ello el uso de combustibles sostenibles de aviación (SAF). Según su propuesta, los SAF podrían reducir en un 34% las emisiones de este segmento industrial.

Para Javier Aríztegui, en definitiva, la apuesta por los ‘e-fuels’ no puede ser considerada una tendencia, sino una realidad que va a continuar creciendo con el paso del tiempo: “A futuro lo que iremos viendo es que se van incorporando nuevas formas de energía pero no por eso van a desaparecer las que estaban, sino que llegaremos a un punto de convivencia en el que veremos distintas tecnologías que han ido entrando en distintos momentos”, como la recarga eléctrica, los biocombustibles avanzados, el hidrógeno renovable o los combustibles sintéticos. Todo ello, en su opinión, “responde a una lógica de descarbonización de la movilidad, que es el objetivo final. Mediante la combinación de todas las soluciones que tenemos sobre la mesa podremos lograr que la movilidad no emita nuevos gases de efecto invernadero”.

Publicado en El Confidencial