Los integrantes de este grupo se trasladaron al centro de emergencias remoto previsto para este tipo de situaciones, una oficina al norte de Houston, desde la que siguieron gestionando todos los sistemas y procesos y se prestó apoyo personal a los empleados.
Un par de días antes de llegada del huracán, habíamos distribuido unos formularios a sus empleados para que indicaran una serie de datos prácticos: teléfono móvil, dirección en el que iban a estar esos días… Esta información permitió al grupo de emergencia estar en contacto permanente con ellos para mantenerles informados sobre la situación de las oficinas y ofrecerles consejos de seguridad para esos días.
Durante esos días, pedimos a los empleados que permanecieran en sus casas y no acudieran a la sede bajo ningún concepto, ya que el estado de las carreteras no permitiría realizar desplazamientos de forma segura.
Una de las claves del buen funcionamiento del plan fue el entrenamiento realizado por el grupo de emergencias. Durante meses, sus integrantes se reunieron periódicamente para hacer simulacros ante un posible huracán y ensayar los procedimientos a activar.