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Acentuando la ética

La demanda para que las empresas asuman un comportamiento responsable, que incorpore a su cultura criterios no solo financieros sino también ambientales y de respeto a los derechos humanos, va en aumento. Un proceso que requiere mirar más allá del corto plazo y que también compete a estados, inversores y sociedad civil.

Repsol ha presentado sus planes de sostenibilidad para 2013-2014, a los que se incorporan nuevas preocupaciones sociales como reducir los tiempos de espera en el pago a proveedores o el fomento de la diversidad


”La época en las que las compañías destinaban cierto dinero a filantropía”, sin un modelo empresarial sostenible detrás, “se ha acabado”, señala María Bernarda Zapata, una de las personas que gestiona la Responsabilidad Corporativa de Repsol. Una sociedad más informada y “mucho más exigente” reclama que las empresas integren en su estrategia un enfoque preventivo para posibles impactos negativos de sus actividades y mecanismos para hacerles frente. Una responsabilidad que el sector más avanzado del mundo empresarial entiende como voluntaria, más allá de lo marque la ley, pero que conecte con los valores éticos de su entorno. 

En septiembre de este año, Repsol ha hecho públicos sus planes de sostenibilidad 2013-2014 corporativo y para los ocho países donde tiene una actividad más relevante: España y Portugal, Bolivia, Brasil, Ecuador, EE. UU., Perú y Venezuela. Cada plan recoge entre 30 y 80 acciones concretas, con indicadores medibles, que quieren dar respuesta a las expectativas de las partes interesadas, desde inversores a consumidores, en asuntos como la gobernanza, los derechos humanos o las prácticas laborales. Cuestiones que, “decididamente, influyen en positivo en la cuenta de resultados de una compañía pero que no se ven de un año para otro”.

Proteger, respetar y remediar

Veleta

Los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos de las Naciones Unidas, adoptados por unanimidad en 2011, establecen el comportamiento que se espera de empresas y estados con respecto a los derechos humanos reconocidos internacionalmente. Unos principios con los que “por fin se estableció un lenguaje común de sociedad civil, empresas y gobiernos. Y se definió claramente las obligaciones de cada uno”. Estos principios no son jurídicamente vinculantes pero Repsol los ha asumido como eje de su política de responsabilidad. Una norma que establece, en primer lugar, el deber de los estados de proteger estos derechos. 

A las empresas les corresponde respetarlos, sin vulnerar los derechos de terceros y reparando las consecuencias que sus actividades generen. Una responsabilidad que también se debe ejercer en las relaciones comerciales con proveedores, contratistas y socios. “Es fundamental” que las compañías ejerzan su influencia “sobre todo cuando trabajas en países donde, por ejemplo, la legislación laboral es mucho más laxa que en Europa”. Repsol ya ha comenzado a realizar “auditorías específicas de ética y derechos humanos a nuestros proveedores” y está incorporando cláusulas comprometiendo a su respecto en los contratos de operación con sus socios. Estos planes incluyen también prácticas de selección positiva que priman a aquellos contratistas con mejores estándares de seguridad o a los Centros Especiales de Empleo que ocupan a personas con capacidades diferentes en España. 

Unas políticas de sostenibilidad que para que “sean algo que la sociedad se crea” tienen que estar respaldadas por “una información transparente, cuantitativa” y accesible. “Nosotros estamos intentando que el informe anual de Responsabilidad Corporativa sea cada vez más de rendición de cuentas y menos de hablar de lo bien que lo estamos haciendo”, continúa Zapata. Un informe que es verificado por Deloitte, la misma entidad que audita las cuentas de Repsol, y que sigue el estándar elaborado por una institución independiente, la Global Reporting Initiative, para aquellas empresas que desean someterse a evaluación pública.

Criterios éticos para inversores

Pintura mural

En el impulso hacia unas empresas éticamente responsables “los inversores son los primeros que tienen la capacidad de influir”. Aún es necesario un cambio de mentalidad en el mercado pero “cada vez son más los inversores que se preocupan por cuestiones éticas, sociales y medioambientales y no solo por el desempeño financiero de una compañía”. El mayor fondo de inversión del mundo, el Fondo de Pensiones de Noruega, fue pionero en este ámbito cuando decidió excluir de su cartera a las empresas que fabrican armas nucleares o bombas de racimo y entre sus criterios de inversión están el respeto a los derechos de la infancia o las políticas contra el cambio climático. También es cada vez más frecuente el llamado ‘activismo accionarial’, inversores institucionales que presentan iniciativas en las juntas generales para promover un desempeño sostenible.

Los índices de sostenibilidad son otra herramienta a disposición del mercado para evaluar a las empresas. Entre ellos, destaca el Dow Jones Sustainability “por su relevancia mundial”. Repsol ha sido la empresa líder de su sector en este exigente índice, donde solo han sido admitidas 15 de las 125 compañías de petróleo analizadas. La UE promueve ahora una Directiva sobre Reporte no Financiero que obligará a todas las compañías europeas con más de 500 trabajadores a presentar en su informe anual información relevante sobre sus políticas ambientales, sociales o laborales. Una iniciativa que “ayudará a que el desempeño no financiero empiecen a estar en el radar de muchos inversores”.

La UE promueve una Directiva que obligará a todas las compañías europeas con más de 500 trabajadores a presentar información relevante sobre sus políticas ambientales, sociales o laborales.

Aumenta la exigecia social

Además de empresas, inversores y estados, la responsabilidad social también necesita de los ciudadanos, que pueden “tomar decisiones de compra no solo económicas para definir como queremos que sean las empresas”. Una sociedad civil que, a través de organizaciones de consumidores o sindicatos, transmite preocupaciones como el cumplimiento de los plazos en el pago a proveedores, un problema que “a nivel corporativo, no preocupa a los inversores, pero sí a la sociedad que tienes a alrededor”. Entre las medidas para apoyar la conciliación, Repsol extenderá el programa de teletrabajo a sus empleados en otros países como Bolivia.

El auge de plataformas y campañas por internet que apelan a la reputación corporativa son también reflejo de una ciudadanía “que cada vez nos pregunta por más cosas”. Los planes de sostenibilidad quieren aproximar lo más posible el desempeño de la compañía a estas expectativas, siendo también conscientes de que “hay algunas que son encontradas con nuestro negocio y a las que no vamos a poder responder”. Al final, se debe tener presente que “una cosa es cumplir la legislación y otra ser una empresa éticamente responsable”, concluye Zapata.

Última actualización: diciembre 2013

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