Un coche elécrrico enchufado al lado de unas placas solares

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Con el vehículo eléctrico en auge, el objetivo ahora es aumentar los puntos de recarga y ubicarlos donde mejor se adapten a las necesidades de los usuarios.
 

Cada vez son más los usuarios que están apostando por el vehículo eléctrico, una de las principales alternativas para descarbonizar la movilidad y lograr un transporte más sostenible. No hay más que echar un vistazo a los datos para corroborarlo: según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), España sumó 71.079 nuevos vehículos enchufables entre híbridos y eléctricos en 2021, lo que supone casi un 7% de la cuota de mercado. Ahora, el reto pasa por incrementar los puntos de recarga y ubicarlos precisamente donde los usuarios más los necesiten, tanto en ciudad como en carretera, y con el tipo de recarga más adecuado a sus necesidades.

Recarga en carretera: el reto de la disponibilidad y la autonomía

En la actualidad, la autonomía de un vehículo eléctrico de gama media en España suele oscilar entre los 200 y 350 kilómetros. Por eso, uno de los primeros desafíos de la movilidad eléctrica es garantizar a los conductores la recarga de las baterías cuando realizan largos desplazamientos por carretera.

Según Anfac, España dispone de 13.411 puntos de recarga de acceso público, de los que menos de la mitad, 5.726 se encuentran en vías interurbanas. En comparación con otros países europeos, España dispone de 0,4 puntos de recarga por cada 1.000 habitantes de población motorizable, mientras que países como Alemania o Francia cuentan con 0,9 y 0,7 puntos, respectivamente.
 

Los puntos de recarga deben estar instalados en emplazamientos "donde el usuario ya esté acostumbrado a parar a repostar". Carlos Bermúdez, Repsol.

 

Ante la falta de infraestructuras, el Gobierno quiere que en 2023 haya 100.000 puntos públicos para cargar los coches eléctricos. Pero tan importante como ampliar la red es ubicar los puntos de recarga en lugares estratégicos. Como explica Carlos Bermúdez, gerente de desarrollo de negocio de movilidad eléctrica de Repsol, el despliegue debe hacerse de forma inteligente, con criterios de “capilaridad”, de forma que los puntos se instalen en emplazamientos “donde el usuario esté acostumbrado a parar a repostar el vehículo de combustibles tradicionales durante sus viajes, como pueden ser las estaciones de servicio. En nuestro caso tenemos previsto contar con más de 1.000 puntos de recarga rápida y ultrarrápida a finales de este año o, lo que es lo mismo, un punto cada 50 kilómetros”.

También hay que tener en cuenta los tiempos de recarga, que en la actualidad oscilan entre 20 y 30 minutos en modalidad rápida y entre seis y ocho horas para el modo normal, que es el que ofrecen el 88% de los puntos de suministro existentes ahora mismo en España. Con estas cifras, para Carlos Talayero, director del Máster en Ingeniería de Automoción de la Universidad Europea de Madrid y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, en las distancias largas "habrá que cambiar la autonomía de los vehículos o la predisposición de los usuarios a alargar su tiempo de viaje".

Incidiendo precisamente en la idea de que los puntos de recarga se instalen allí donde los usuarios ya acostumbran a parar, sobre todo en largos desplazamientos, los hoteles de carretera también están optando por la instalación de cargadores eléctricos. El mayor atractivo de esta opción es que no tendría que ser una carga rápida, ya que podría efectuarse por la noche, mientras el usuario duerme. De cara al futuro también se prevén otras alternativas. En Detroit, por ejemplo, ya se está trabajando en la construcción de una carretera con carga eléctrica por inducción, que previsiblemente estará terminada en 2023. Por otro lado, en la Cornell University de Nueva York se está investigando una tecnología similar para instalar placas metálicas en la carretera que permitan la recarga mientras se circula. En ambos casos, eso sí, existe el reto de acoplar estas tecnologías a “la infraestructura y los costes”, recuerda Talayero.

Recarga urbana: a medias entre la recarga pública y la privada

Los nuevos puntos de recarga ultrarrápida permiten recargar la batería de vehículos que soporten su potencia máxima en un tiempo de entre cinco y diez minutos.

Dentro del ámbito urbano, son muchos los conductores de vehículos eléctricos que los recargan de forma privada, es decir, recargando la batería en su propio domicilio generalmente mediante la carga lenta. Pero "no todo el mundo tiene debajo de su vivienda o comunidad de propietarios una plaza de aparcamiento", añade Carlos Bermúdez, de modo que "uno de los retos es dotar de más infraestructuras el entorno de esas comunidades de propietarios y viviendas".

Es por ello que los puntos de recarga pública cada vez se van abriendo más paso en las ciudades. De hecho, los datos de Anfac revelan que España ya cuenta con 7.685 cargadores públicos situados en la vía pública, con Cataluña (2.407) y Madrid (1.044) como principales pilares.

Por otra parte, la recarga de oportunidad también se presenta como la opción más frecuente: centros comerciales, supermercados o incluso aparcamientos públicos van incorporando poco a poco puntos de carga con la intención de que los usuarios cuenten con alternativas de recarga en zonas estratégicas de la ciudad. En este sentido, es esencial evaluar bien las necesidades de cada caso, apunta Bermúdez: “No tiene sentido montar una carga ultrarrápida en casa, por ejemplo, o una lenta en una estación de servicio, donde quieres que el tiempo de recarga de la batería se parezca lo máximo posible a los tiempos de repostaje de los combustibles tradicionales. Este es uno de los principales retos que actualmente tiene la movilidad eléctrica”.

Punto de recarga eléctrico en carretera

De cara al futuro, las alternativas urbanas se presentan más cercanas que las interurbanas. Un ejemplo es el de Ample, una ‘startup’ norteamericana participada por Repsol, que apuesta por la sustitución de baterías para que la falta de autonomía no sea un obstáculo. Para ello parte de un modelo de baterías modulares, de modo que no sea necesario reemplazar la batería entera, sino solo una parte de ella. Cuando el vehículo accede al intercambiador, un robot extrae el módulo de su batería y lo pone a cargar mientras lo sustituye por otro ya cargado. De este modo, obtiene una nueva autonomía en muy pocos minutos. En la actualidad, la empresa desarrolla varios pilotos con flotas de empresa en Estados Unidos y Europa para probar esta tecnología y poder pasar a una fase más comercial.

Sea como fuere, lo cierto es que los vehículos eléctricos no paran de crecer en nuestro país y la industria ya está trabajando en el reto de ofrecer una autonomía a todos aquellos que, en ciudad o por carretera, apuesten por este modelo para hacer realidad una movilidad más sostenible.

Publicado en El Confidencial