Un coche atravesando un bosque

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Ya sea como materia prima para fabricar combustibles sintéticos más sostenibles o como fuente de alimentación de las pilas de combustible, el hidrógeno renovable se postula como uno de los pilares estratégicos de la descarbonización de la movilidad.

De todas las opciones de movilidad sostenible que han de contribuir a reducir las emisiones del sector -electricidad, combustibles de baja huella de carbono e hidrógeno- quizá esta última sea la que menos conozcamos. Sin embargo, tiene muchos números para convertirse en un pilar fundamental en el camino hacia esa Europa climáticamente neutra de 2050 que marca el Pacto Verde de la UE. Porque el hidrógeno, el elemento químico más abundante del universo, podría dar respuesta a las necesidades energéticas de todo tipo de transportes.

El gas que ostenta la primera posición de la tabla periódica es un viejo conocido en la industria desde los años 40 del siglo XX como materia prima para producir desde amoníaco a fibras sintéticas o fertilizantes, pasando por vidrio y acero, alcoholes, cosméticos o aceites comestibles. Existe una forma sostenible de producirlo que solo libera oxígeno, la electrólisis, que consiste en sacarlo del agua aplicando electricidad renovable para separarlo del oxígeno.

Moléculas de hidrógeno

La forma más sostenible para obtener el hidrógeno es la electrólisis, que consiste en sacarlo del agua aplicando electricidad renovable para separarlo del oxígeno

Aunque en los 70, durante la crisis del petróleo, ya se habló del hidrógeno renovable como alternativa combustible y después volvió a ponerse encima de la mesa a principios de los 2000, con el auge de las renovables, “ahora hay una razón de peso para que se quede: el objetivo de la descarbonización, que además es un movimiento global, no de determinadas zonas del mundo. Por otro lado, poseemos una madurez tecnológica que no teníamos años atrás”, apunta Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno.

Aplicaciones del hidrógeno en la movilidad

Precisamente, una pieza fundamental en este puzle del hidrógeno como vector de descarbonización son los avances tecnológicos. Estos nos van a permitir disponer de diferentes opciones para dar solución a la demanda de energía para la movilidad, la industria y el hogar, al poder aprovechar su versatilidad. En movilidad, apunta a dos principales líneas de desarrollo tecnológico: su uso directo como fuente de alimentación en los vehículos de pila de combustible y la fabricación de combustibles sintéticos o ‘e-fuels’.

“El hidrógeno y sus derivados, como los ‘e-fuels’, podrán mover cualquier tipo de transporte, especialmente el de mercancías de largo recorrido, la aviación o el sector marítimo, difícilmente electrificables, al menos, en el corto-medio plazo”, expone Dolores Cárdenas, ‘advisor’ en diseño de producto de Repsol. Las ventajas de los vehículos eléctricos de pila de combustible que emplean hidrógeno respecto a los eléctricos de baterías es que “requieren de menos tiempo de recarga, similar a cuando repostamos en la gasolinera, y poseen mayor autonomía, con cuatro o seis kilos de hidrógeno podemos recorrer unos 700 kilómetros”, apunta Cárdenas. Según la experta, probablemente veremos el hidrógeno usado directamente en el transporte por carretera y ferrocarriles a finales de esta década o entrada la próxima. De hecho, Repsol y Talgo se han unido para colaborar en el impulso del tren de hidrógeno.

En cuanto a los combustibles sintéticos, fabricados a partir de hidrógeno y CO2 capturado de la atmósfera, la gran ventaja de estos es que son químicamente similares a las gasolinas o los gasóleos y los querosenos. Se pueden usar en vehículos de motores de combustión actuales sin necesidad de cambiar la red de repostaje, por lo que podemos empezar a utilizarlos desde ya. Ese ‘desde ya’ queda ejemplificado en proyectos como la construcción en Bilbao de una de las mayores plantas del mundo de combustibles sintéticos, con hidrógeno renovable y CO2 como materias primas. La construirá Repsol y estará operativa en 2024.

Central de hidrógeno y energía eólica

Un motor económico para la transición energética

Toda esta producción de hidrógeno renovable puede, según los expertos, revertir con fuerza en nuestra economía "porque España es rica en energías renovables, que son las que necesitamos para producirlo, o porque podremos autoabastecernos de hidrógeno y ser así exportadores hacia el norte de Europa", explica Javier Brey. También porque, "gracias a nuestra ubicación geográfica, podemos convertirnos en el puerto natural de entradadesde África de materias primas en la cadena de valor del hidrógeno. Además, España posee un amplio tejido industrial y tecnológico en toda esta cadena”.

¿Qué tiene que pasar para que el sector del hidrógeno despegue? "El marco regulatorio, basado en el principio de neutralidad tecnológica, es una pieza clave para potenciar ese desarrollo tecnológico de las diferentes opciones de descarbonización y, entre ellas, el hidrógeno renovable permitiendo que se abarate sus costes de producción y se pueda desplegar su uso", apunta Dolores Cárdenas. La pieza del rompecabezas que nos faltaba. En este sentido, el Consejo de Ministros aprobó en octubre de 2020 la Hoja de Ruta del Hidrógeno, una apuesta por el hidrógeno renovable que incluye 60 medidas y fija una serie de metas para 2030 que permitirían reducir 4,6 millones de toneladas de CO₂ entre 2020 y 2030, movilizarían unos 9.000 millones de euros de inversión y fomentarían el empleo.

El hidrógeno renovable, que, como hemos visto podría ser fundamental en la descarbonización del transporte y un impulso para nuestra economía, sería, según los expertos consultados, una de las patas principales de la movilidad sostenible junto con la electrificación y los combustibles renovables. La combinación de todas ellas, coinciden, nos va a permitir llegar más rápido a la deseada neutralidad climática.

Publicado en El Confidencial