Bioconstrucción

La coexistencia entre edificaciones y naturaleza

Un estilo arquitectónico que, más allá de la eficiencia energética, se centra en el uso de materiales naturales, la aplicación de técnicas constructivas respetuosas con el medioambiente y el bienestar de las personas. 

El abandono de la vida nómada fue el punto de partida de la arquitectura. Desde entonces hasta hoy, el arte de proyectar y construir edificios no ha dejado de evolucionar. La bioconstrucción es una buena prueba de ello. Este estilo arquitectónico es un paradigma en la arquitectura contemporánea, un ejemplo reciente de cómo la disciplina se adapta a los nuevos tiempos, donde el respeto por los seres vivos y el medioambiente se entrelaza con la innovación y la creatividad.

Este enfoque arquitectónico sostenible no solo busca erigir estructuras habitables, sino que aspira a integrar los edificios con su entorno de manera armoniosa y respetuosa. El clima interior, los materiales de construcción, el medioambiente, la energía y el agua o el hábitat ecosocial son algunos de los aspectos en los que se basan los pilares de la bioconstrucción.

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¿Qué es la bioconstrucción?

La arquitectura es algo más que simplemente construir. Detrás de esa afirmación está la tradición histórica que entiende y valora el potencial de los recursos locales, pero que también reconoce la capacidad de la disciplina para mejorar el bienestar de una comunidad. Es ahí donde surge la bioconstrucción, que trae de vuelta a la actualidad preceptos que sentaron las bases de la evolución de la arquitectura, los actualiza y enriquece.

Hablamos de un estilo arquitectónico que es mucho más que una técnica constructiva; es un compromiso con la salud del planeta y sus habitantes. Se fundamenta en el uso de materiales naturales y renovables, minimizando así el impacto ambiental tanto en la etapa de construcción como durante la vida del edificio. Los arquitectos de bioconstrucción emplean métodos que respetan los ciclos naturales, la biodiversidad local y la eficiencia energética. Esta filosofía va más allá de la edificación en sí misma, abarcando aspectos como la gestión del agua, el uso de energías renovables y la optimización de los recursos disponibles.

Los palafitos de Filipinas, las yurtas mongolas, los tipis indios… La bioconstrucción encuentra su inspiración en la llamada arquitectura vernácula o tradicional - prácticas ancestrales de construcción -, adaptándola a las demandas y desafíos de la contemporaneidad. En la actualidad, arquitectos de fama internacional apuestan por este estilo constructivo como una forma de expresión arquitectónica comprometida con el medioambiente.

Michael Reynolds, reconocido por sus innovadores diseños de Earthships en los que utiliza materiales reciclados y técnicas de construcción sustentable para crear viviendas autosuficientes; Sarah Wigglesworth y Jeremy Till, autores de la Casa de Paja en Reino Unido o Kevin McCabe, artífice de la casa de cob (un material de construcción cuyos componentes son arcilla, arena, paja y barro común) en Devon, son solo algunos ejemplos de arquitectos de bioconstrucción.  

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Características de la bioconstrucción

El Institut für Baubiologie und Okologie (Instituto de Biología y Ecología de la Construcción) en Baviera -encargado de todos los aspectos relacionados con la bioconstrucción-, establece un total de 25 pautas de la bioconstrucción que sirven como indicadores y definen las características básicas de esta disciplina que, a grandes rasgos, pueden resumirse en las siguientes:

  •  Integración con el entorno

Una de las piedras angulares que definen qué es la bioconstrucción es su respeto al medioambiente y la integración en el entorno. Esta característica se define por la manera en que los edificios se diseñan y construyen teniendo en cuenta el contexto natural y humano que los rodea. Los edificios bioconstruidos se integran armoniosamente en el entorno, respetando la topografía del terreno, la diversidad biológica, la vegetación circundante y la arquitectura vernácula de la región. Se busca que las construcciones alteren lo menos posible el paisaje y que sean percibidas como parte natural del mismo.

  •  Diseño bioclimático

Aunque la bioconstrucción va más allá, comparte con la arquitectura bioclimática su apuesta por diseñar edificios que aprovechen los recursos naturales disponibles, como la luz solar, la ventilación cruzada y la captación de agua de lluvia. Este enfoque permite reducir la dependencia de sistemas artificiales de climatización, disminuyendo así el consumo energético y las emisiones de carbono. La orientación de los edificios, el aislamiento y la implementación de sistemas pasivos de climatización son, por tanto, elementos clave en el diseño bioconstructivo.

El resultado son construcciones que minimizan su huella ecológica en las que tanto el uso de las energías renovables como la apuesta por la innovación y la automatización juegan un papel fundamental. La instalación de placas solares o la incorporación de tecnologías eficientes, como la domótica, son elementos habituales en proyectos de bioconstrucción.

  •  Utilización de materiales naturales, no tóxicos

El uso de materiales naturales provenientes de la naturaleza, como la madera, la tierra, la piedra, el barro y el bambú es otra de las características esenciales de la bioconstrucción. Estos elementos, además de ser renovables, suponen una apuesta clara por la reducción del impacto ambiental de las construcciones y, en mayor o menor medida, contribuyen a la regulación térmica y la calidad del aire interior. En la misma línea, la eliminación de materiales tóxicos como los VOCs (Volatile organic compounds o compuestos orgánicos volátiles, conocidos por sus siglas en inglés), así como el uso de materiales higroscópicos, propicia ambientes interiores más saludables y libres de contaminación.

  • Ciclo de vida sostenible

La durabilidad, reutilización y reciclabilidad de los materiales empleados está en la esencia de la bioconstrucción. Esta visión holística del ciclo de vida de los edificios minimiza la generación de residuos y fomenta la economía circular a la que, por otro lado, también contribuye el impulso a la contratación de mano de obra local que, a su vez, propicia el desarrollo económico de la comunidad.

Ventajas de la bioconstrucción

La adopción de prácticas bioconstructivas conlleva una serie de beneficios tanto para los habitantes de los edificios como para el medioambiente en su conjunto:

  1. Salud y bienestar. Casas más sanas: Los materiales naturales utilizados por los arquitectos de bioconstrucción contribuyen a crear espacios interiores más saludables. La ausencia de compuestos químicos nocivos mejora la calidad del aire interior y reduce el riesgo de alergias y enfermedades respiratorias. En la práctica, la bioconstrucción prioriza el bienestar de los ocupantes, creando entornos habitables que promueven la salud física y emocional.
  2. Eficiencia energética y ahorro económico. La implementación de estrategias de bioconstrucción permite reducir el consumo energético en calefacción, climatización e iluminación. Esto se traduce en un menor gasto económico para los usuarios y en una disminución significativa de las emisiones de CO2. Los edificios bioconstruidos son más eficientes y ofrecen una mayor autonomía energética gracias, tanto a la apuesta por las renovables, como al uso de tecnologías basadas en la innovación y la automatización de las casas del futuro. 
  3. Respeto ambiental. La bioconstrucción promueve la conservación de los recursos naturales y la protección de los ecosistemas locales. Al priorizar materiales renovables y de bajo impacto ambiental, se contribuye a la preservación de la biodiversidad y la reducción de la huella ecológica. Además, este estilo constructivo fomenta la conexión entre las personas y la naturaleza, promoviendo un mayor respeto y cuidado del entorno natural.

La bioconstrucción representa una alternativa innovadora y responsable en el ámbito de la arquitectura y la construcción. Su enfoque holístico y su compromiso con el entorno y el bienestar de las personas constituyen una herramienta de gran potencial para afrontar los retos del desarrollo urbano del futuro.