En España, el reglamento ha generado dudas en el sector. Durante su tramitación, medio centenar de empresas y asociaciones de la automoción, el transporte y la producción de combustibles suscribieron un manifiesto pidiendo a la UE “diversificar las alternativas disponibles y no limitar el desarrollo de tecnologías de descarbonización que faciliten y agilicen la reducción de emisiones”. “Más que a desafíos, la industria se enfrenta a una gran incertidumbre ante la cantidad de legislación nacional y europea que pone sobre la mesa el desarrollo de ciertas energías que a día de hoy no son viables”, explica José María Quijano, secretario general de la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), de la que forman parte 31.000 empresas que disponen de 129.000 vehículos comerciales. “Si nos tenemos que ir a la electrificación, ni el parque, ni la energía, ni el sistema están listos (...). Para nosotros es indispensable que exista una política de neutralidad tecnológica y que a partir de ahí cada fabricante desarrolle, investigue y lleve al mercado distintos productos que pueden ser viables e igual de competitivos”.