Repsol Diésel Nexa 100 % renovable
Compatible con cualquier motor diésel, reduce emisiones y prolonga la vida del motor.
Energía y sostenibilidad
Combustibles 100% renovables, un impulso real a la reducción de la huella de carbono del transporte
En Repsol estamos convencidos de que la mejor forma de reducir la huella de carbono del transporte es combinar distintas soluciones que ya son una realidad. Por eso, apostamos por los combustibles 100 % renovables como una de las alternativas más eficaces y disponibles.
Estos combustibles no requieren modificar los motores ni las infraestructuras actuales, y pueden utilizarse en coches, camiones, aviones o barcos con motor de combustión. Una opción realista, versátil y compatible con el parque actual, que ya empieza a desplegarse en las carreteras españolas.
En este contexto, la Gasolina Nexa 95 origen 100% renovable representa una de las soluciones más tangibles que se están desplegando ya en la red viaria española. Permite reducir más del 70 % de las emisiones netas de CO₂ respecto a su equivalente fósil, ya está disponible en 20 estaciones de servicio de Madrid y Cataluña, y para fin de año ampliará su presencia a otras ciudades como Bilbao, Zaragoza y Valencia.
La Gasolina Nexa 95 origen 100% renovable representa una de las soluciones más tangibles que se están desplegando ya en la red viaria española.
Este lanzamiento se suma al amplio despliegue del Diésel Nexa 100 % origen renovable, producido por Repsol en la planta de Cartagena, la primera en España dedicada exclusivamente a la producción a gran escala de este tipo de combustible.
El carburante está ya a la venta en más de 1.400 estaciones y se puede usar en todos los motores diésel existentes, sin necesidad de realizar modificaciones técnicas. Su uso permite reducir las emisiones de CO2 hasta un 90% en comparación con el diésel de origen fósil al que sustituye.
Estos desarrollos reflejan una apuesta estratégica por tecnologías complementarias que pueden convivir con la electrificación, acelerar la reducción de emisiones de CO2 y reforzar la competitividad del país.
“España combina recursos, conocimiento tecnológico y capacidad industrial para liderar en combustibles 100 % renovables”, subraya Cecilia Medina, de la Plataforma Tecnológica Española de Automoción y Movilidad (M2F), quien añade también su potencial como “motor de empleo cualificado y de industria sostenible”.
Desde Repsol, su presidente Antonio Brufau insistió en la última Junta de Accionistas (mayo de 2025) en que “no se trata de oponer vehículos eléctricos contra motores de combustión, ni de reducir la ambición de los objetivos climáticos de la UE. Se trata de dar a todas las tecnologías la misma oportunidad, para que la transición sea más rápida, a menor coste, creando más riqueza industrial y empleo de calidad”.
En ese sentido, reclamó una reforma de la regulación europea que permita contabilizar las emisiones en todo el ciclo de vida del vehículo, y no solo en el tubo de escape, para que los combustibles renovables puedan competir en condiciones de igualdad con el resto de alternativas.
El mensaje parece haber calado: la revisión de las normas de CO2 para vehículos está sobre la mesa y en octubre de 2025 la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leven, declaró su intención de "acelerar la revisión de la regulación sobre los estándares de emisión de CO2 para coches y furgonetas".
Pocos días después, el vicepresidente para Estrategia Industrial de la Comisión Europea, Stéphane Séjourné, añadió: “Debemos mostrar flexibilidad con respecto al objetivo de eliminar por completo los coches de combustión interna para 2035. El debate aún está en curso, pero estamos cerca de considerar el principio de neutralidad tecnológica“.
Para el profesor Andrés Anca Couce, los combustibles renovables ofrecen "una densidad energética muy superior a la de las baterías eléctricas”, lo que los convierte en la solución más eficaz para los trayectos de largo recorrido, el transporte pesado o la aviación.
Ese principio, defendido por parte de la industria y del ámbito científico, implica que todas las tecnologías que reduzcan emisiones deben formar parte de la solución. Así lo defendió también el director general de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), José López-Tafall, en el VI Simposio del Observatorio de la Movilidad: “No se van a cumplir los objetivos de 2030 o 2035… necesitamos incorporar flexibilidades para que [la electrificación] no se pare”.
Expertos académicos comparten esa visión. “La transición energética no es un camino único, sino un proceso complejo que debe ser tecnológicamente inclusivo”, ha señalado Ruth Yerga, coordinadora de la Red de Cátedras de Fundación Repsol, en un foro sectorial.
Y desde la Universidad Carlos III de Madrid, el profesor Andrés Anca Couce ha destacado el valor diferencial de estos combustibles frente a otras alternativas: “Permiten el uso de todas las fuentes renovables disponibles, pueden emplearse en la infraestructura actual de transporte y almacenamiento, y ofrecen una densidad energética muy superior a la de las baterías eléctricas”. Esa densidad, explicó, convierte a los combustibles renovables en la solución más eficaz para los trayectos de largo recorrido, el transporte pesado o la aviación.
A nivel científico, el fundamento climático de estos combustibles es claro: las emisiones que producen al usarse ya han sido capturadas previamente del entorno. Como resumió en un encuentro el investigador del CSIC José M. Campos: “Los biocombustibles no aumentan el CO₂ atmosférico porque el carbono que emiten fue capturado antes por la biomasa”. Este equilibrio, aunque no sea perfecto, contribuye a una reducción neta de emisiones en su ciclo de vida.
Lejos de ser una promesa de futuro, los combustibles renovables están ya sobre el terreno, listos para ampliar su despliegue si el marco regulatorio lo permite. Su aportación a la reducción de emisiones, su compatibilidad con el parque móvil y su contribución a la industria española los sitúan como una palanca real para avanzar hacia una movilidad más inclusiva y económicamente viable.
"La transición energética no es un camino único, sino un proceso complejo que debe ser tecnológicamente inclusivo"