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Repsol renueva su marca: descubre la “Confluencia de energías”

Si el lanzamiento de la marca renovada de Repsol en junio de 2025 hubiese sido el estreno de una película, la proyección habría arrancado con un travelling sobre el sol de siempre, ahora más vivo, con volumen y con un degradado que empuja del naranja al magenta. Al salir de la sala, la prensa especializada subrayaría que se trata de una evolución, no de una ruptura, y que la forma dice tanto como el fondo: minúsculas en el logotipo para sonar más cercano, tipografía propia para hablar con una sola voz y un sistema que se mueve, literalmente, porque la marca ha de expresar continuidad y cambio a la vez.

Esta renovación no es cualquier película: no nace como un capricho estético sino como una decisión de negocio que acompasa relato y oferta. Lo dice sin rodeos Jesús Hernández, jefe de Estrategia de Marca, y una de las personas en el centro del proyecto: “En Repsol la evolución es constante, es una compañía que nunca deja de buscar, que nunca deja de proponer nuevas soluciones, por lo que necesita también una marca que sea igual de flexible, igual de abierta, igual de capaz de transmitir evolución constante”.

El argumento, contado desde la butaca, empieza con lo obvio: Repsol ya no es solo combustible. El posicionamiento es multienergético, con electricidad, gas, solar, recarga y soluciones integradas para movilidad y hogar y empresa; la identidad debía poder hablar a todos esos públicos sin perder reconocimiento. 

 

“La nueva identidad nos ayuda a contar mejor a todo el mundo lo que es y siempre ha sido Repsol: es energía, es optimismo, son ganas de seguir avanzando”, resume Hernández, que enmarca el cambio como una actualización de la voz, no como un borrón y cuenta nueva. El encaje con la estrategia corporativa es explícito: un sistema de marca flexible, capaz de operar en canales híbridos y productos diversos, que traslada la ambición de “todas las energías” a una experiencia más clara y más coherente.

 

Ese equilibrio entre legado y futuro se formula con un concepto creativo: la confluencia de energías, formulado por Repsol con la ayuda de expertos del sector como Saffron, firma especializada en identidad visual, y la consultora de estrategia Picnic. Es una manera de enunciar que la marca debe ser un punto de encuentro entre pasado y ambición, entre distintos usos y contextos, entre públicos que esperan cosas distintas de una misma compañía. 

La nueva identidad nos ayuda a contar mejor a todo el mundo lo que es y siempre ha sido Repsol: es energía, es optimismo, son ganas de seguir avanzando.

Jefe de Estrategia de Marca de Repsol

Hernández lo cuenta así: “A nivel creativo hemos explorado los límites entre el legado y la significación del avance a través del concepto de la confluencia… un concepto representado por nuestro símbolo, que está en el centro de todo lo que hacemos y decimos”. 

La frase no es retórica: en el sistema, el sol no solo está, se comporta; gira, se expande, sirve de anclaje a la composición y da ritmo al resto de elementos. 

La manera en que ese concepto toma forma se aprecia de inmediato. El símbolo conserva su silueta reconocible y gana movimiento; la palabra “repsol” adopta las minúsculas y liga con el trazo amable de una tipografía propia, Sole Repsol. El color se recalibra, y el naranja —seña histórica— se revitaliza con matices magenta que dialogan con un azul profundo que la compañía ya usaba en las marquesinas de sus estaciones de servicio. 

Hernández lo explica con precisión cromática: “Siempre tuvimos claro que el naranja estaba y tenía que seguir estando en nuestro ADN… Por eso hemos trabajado en un degradado que incorpora matices magentas… Tampoco queríamos abandonar nuestro azul oscuro… que ahora cobra vida también en el mundo digital y que ofrece un gran contrapunto a nuestro naranja, que es mucho más intenso”. 

Y como la evolución no se improvisa, también se prueba, “reunimos a varios grupos de clientes y no clientes y les enseñamos el nuevo símbolo… y les preguntamos ¿qué marca es esta? Cuando empezaron a contestar ‘Repsol’ sabíamos que lo teníamos”, recuerda Hernández. Aun así, siempre quedan los nervios del estreno: “En los primeros momentos… debemos ir paso a paso e ir también complementando con el símbolo en su versión estática y frontal, hasta que la mayoría de nuestras audiencias conozcan y reconozcan nuestro símbolo a la perfección”.

Durante los dos años que se ha ido cocinando esta receta, no hubo, dice Hernández, una gran presentación de “¡ta–dá!”, sino una cocina abierta, de cocreación y debate, con equipos internos y partners creativos desde las primeras maquetas. “El auténtico éxito de este proyecto es que ha sido muy colaborativo… todos los equipos involucrados han sido parte del proceso desde las primeras maquetas, desde la estrategia y desde la conceptualización”.  

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Toda película tiene su cinefilia, que en el caso de una compañía como Repsol lo viven sus accionistas. Para ellos, Hernández fija un horizonte que no apela a tecnicismos sino a orgullo de pertenencia: “Lo que me gustaría que viesen los accionistas dentro de cinco años es un símbolo de avance constante, que se sientan orgullosos de formar parte de una comunidad de personas curiosas, que no dejan de hacerse preguntas sobre el futuro de la energía.”  


 

Tras el The End (con final feliz), se encienden las luces y quedan dos ideas. Primera, el rebranding de Repsol no pretende un golpe de efecto, sino un marco operativo para sostener una ambición empresarial: la multienergía, contada con un lenguaje consistente que no sacrifica reconocimiento. Segunda, la prueba del algodón está fuera de la pantalla: en cómo ese sistema acelera la comprensión del cliente, facilita la vida de quien recarga, paga, contrata o pregunta y fortalece la narrativa de quien invierte. Al final, lo que queda es una promesa medible y una frase que recoge el espíritu con el que se concibió esta película: “La idea central siempre ha sido la de una marca que avanza y que hace avanzar, una marca capaz de llegar a todos”.

 

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Hacer una tipografía propia y exclusiva para Repsol ha sido un proceso largo y terriblemente satisfactorio. Una tipografía para unir todas las energías.

Jefe de Estrategia de Marca de Repsol

En sistemas complejos como una identidad gráfica de marca, la fuente propia es el ADN silencioso que mantiene el reconocimiento cuando el logo no está a la vista, y conduce jerarquías, accesibilidad y tono en la app, en la estación y en el folleto. 

Ese rol es el que se reserva a la tipografía Sole Repsol. En términos prácticos, es una familia dibujada “letra a letra” para garantizar legibilidad en impresión y pantalla, con personalidad lo bastante marcada como para que la palabra “Repsol” respire sin gritar. 

 

“Hacer una tipografía propia y exclusiva para Repsol ha sido un proceso largo y terriblemente satisfactorio”, confiesa Jesús Hernández. “Necesitábamos generar un tipo de letra que solo con ver una palabra escrita pensases ‘esto es Repsol’ y lo hemos conseguido con nuestra tipografía Sole Repsol, que nace de los rasgos tipográficos de nuestro logotipo, pero pensada letra a letra para ser lo más legible y accesible posible tanto en elementos impresos como digitales”.